martes, 8 de febrero de 2011

· Elena del Rivero ·




Elena del Rivero


(Valencia, 1949) es una mujer serena, de hablar pausado y voz tranquilizadora. Todo a su alrededor parece irradiar paz. Nada importa que su asistente interrumpa en la conversación, ni que pasen los minutos y llegue la hora en la que tiene que volver al montaje. Ella continúa, tranquila, hablando sobre las dos exposiciones que acaba de inaugurar en Murcia, en el Espacio AV y en La Conservera. Pero también de su madre, fallecida recientemente, de Kafka (“pieza angular de la literatura del siglo XX”), de Duchamp (“mi gran ídolo”) o del feminismo (“quiero continuar activa y luchando como mujer”). Salta de un tema a otro con la naturalidad de la experiencia, porque, en sus obras, todo está relacionado, cosido con delicados hilos, con pan de oro, con lentejuelas y perlas, y escrito sobre finos papeles. No cuesta imaginarla sentada, cosiendo en su taller (“para mí la aguja es como el lápiz”). Y es que Elena del Rivero se ha forjado una personalidad propia ya imprescindible en el panorama del arte contemporáneo español, pero también norteamericano, de Nueva York, donde vive y trabaja desde 1991.



El dibujo es la base de todo el trabajo de Elena del Rivero, lo utiliza desde el principio y, lejos de ser el soporte barato y secundario que supone para muchos artistas, en sus manos se convierte en delicado material que puede manipular, coser, cortar e incluso ensuciar y que, haciéndole todo esto, cobra valor y sentido. “Es cierto que cuando llegué a Nueva York lo utilizaba porque no tenía dinero para trabajar en otro soporte -cuenta-. Pero también es verdad que en Estados Unidos está mucho mejor considerado que en España, no hay más que visitar su Drawing Center. El papel es como el inconsciente del artista que se plasma a través de la mano. En el papel tachas, rompes, coses y no hay miedo a que se ensucie porque es así como se relaciona el arte con la vida. Yo puedo repararlo, puedo coserlo, me permito ese lujo”. Y habla de los códices del siglo XII de la Morgan Library y de cómo las monjas los reparaban como ella hace ahora, cosiendo, y de cómo
en el montaje de su exposición los montadores iban con un cuidado exagerado y cómo ella les quitaba el miedo: “No os preocupéis, que si se rompe algo, lo coso”.



-Pero el papel no es lo único delicado de sus piezas, en esta ocasión las plumas o los nidos forman también parte de su instalación en el Espacio AV.
-Utilizo siempre materiales que tengo muy a mano, cosas que encuentro paseando por los parques de Nueva York. Esta vez he utilizado también el nido que se vio en el IVAM, aquel que quedó destruido tras el 11S que luego reconstruí y que ahora he vuelto a recuperar. Lo muestro con otros 51 nidos en una sala pequeña, casi a modo de capilla. El papel viene de la madera y con pequeñas ramitas de madera se hacen estos nidos que van a parar a los pies de un gran friso de papel... Todo está unido con hilo muy fino...

-Todo en su trabajo, concepto y materiales, remite a la condición femenina, ¿es algo que le gusta reivindicar?
-Desde luego, trabajo como mujer, mi obra es una obra sexuada y la defiendo. Me interesa el feminismo porque he aprendido de él, porque soy mujer, porque hay mujeres en el tercer mundo sufriendo, porque el velo no se lleva libremente, porque las chicas jóvenes se destrozan la espalda con los tacones... No sé si mi trabajo es feminista, dejo a los demás que emitan esos juicios. Hay feminismos con los que tampoco estoy de acuerdo. Yo comulgo con la diferencia, porque si respetamos la diferencia no habría racismo, ni machismo. El feminismo bien entendido es una postura social.



Vídeo de interés:

1 comentario:

Lourdes Lacalle dijo...

Me ha encantado éste video. Gracias por compartirlo.
Lourdes

RM

okok